La huelga general se ratificó con los dirigentes que no resultaron encarcelados y sacudió a un régimen castrense que asistió al nacimiento de un principio de resistencia tras tres años de terrorismo de Estado y represión ilegal.
GENTILEZA
La Comisión de los 25 gremios más combativos de la CGT lanzaba hace 45 años -un 27 de abril de 1979- la primera huelga general contra la dictadura militar para repudiar la política económica instrumentada por José Alfredo Martínez de Hoz y en reclamo de un aumento salarial.
El gobierno de facto de Jorge Rafael Videla, surgido tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 que derrocó a la presidente María Estela Martínez de Perón, intervino la CGT, las obras sociales y suspendió la actividad gremial en fábricas y empresas.
Al mismo tiempo, dirigentes sindicales, delegados y trabajadores fueron encarcelados, perseguidos y desaparecidos como parte de la dinámica represiva instalada por el terrorismo de Estado.
A tres años de haber iniciado su gestión como ministro de Trabajo, el general Tomás Horacio Liendo, aplicó la Ley de Asociaciones Profesionales que limitaba la cantidad de delegados de fábrica.
Por esa norma de la dictadura se autorizó la libre afiliación a los gremios, se disolvieron las asociaciones de tercer grado y se exigía una constancia de “buena conducta” de la policía para presentarse a trabajar.
El movimiento obrero estaba dividido entre la Comisión Nacional del Trabajo -integrada por el dirigente plástico Jorge Triaca, el telepostal Ramón Baldassini y el sindicalista del vidrio Jorge Luján-, que propiciaba un diálogo con el régimen militar y la Comisión de los 25, de identidad peronista y con un perfil marcadamente opositor.
Esa facción más combativa estaba formada por sindicatos de trabajadores cerveceros -bajo el liderazgo de Saúl Ubaldini-, del tabaco, mecánicos, metalúrgicos, camioneros, taxistas y estatales.
También integraban este sector los dirigentes Roberto García (Taxista), Roberto Digón (Tabaco), Osvaldo Borda (Caucho), Ricardo Pérez (Camioneros), entre otros.
Fueron los “25”, origen de lo que luego sería la CGT Brasil, los que rompieron con los sindicalistas complacientes y funcionales a la dictadura, nucleados en la CNT (Central Nacional de Trabajadores) o “CGT Azopardo”, comandados por Jorge Triaca (Plásticos), Amando Cavallieri (Comercio) y Ramón Baldassini (correos).
El paro estuvo motorizado por las segundas líneas de los gremios, que lograron que la medida se sintiera en plantas automotrices e industriales del cordón fabril del Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
Este grupo resolvió convocar a un paro el 21 de abril -desde la sede del sindicato de los Molineros- pero dos días más tarde, los principales dirigentes que propiciaban la medida de fuerza fueron detenidos.
“Nos llamaron el 23 a una reunión en el Ministerio de Trabajo, estuvimos ahí desde las 14 a las 21. Cuando salimos hubo un apagón, nos subieron a los Ford Falcon de la Policía y nos metieron en Coordinación Federal. A los pocos días de ahí, a la cárcel de Caseros, donde seis dirigentes estuvimos presos durante nueve meses”, le contó en una entrevista a Télam el dirigente del gremio del Tabaco Roberto Digón, fallecido en enero de 2022.
La huelga general se ratificó con los dirigentes que no resultaron encarcelados y sacudió a un régimen castrense que asistió al nacimiento de un principio de resistencia tras tres años de terrorismo de Estado y represión ilegal.
El paro estuvo motorizado por las segundas líneas de los gremios, que lograron que la medida se sintiera en plantas automotrices e industriales del cordón fabril del Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
El cinturón industrial de Buenos Aires y los principales centros del interior fueron paralizados o, por lo menos, perdieron su normalidad.
Fábricas enteras que ya habían visto desaparecer a los integrantes de sus comisiones internas, como Celulosa Argentina, Chrysler, Mercedes Benz, Águila Saint, Peugeot, Citroën, La Cantábrica, centenares de plantas y talleres de Avellaneda y Lanús, de La Matanza, Morón y Moreno, de Campana y Zarate, de Ensenada y Berisso, de Córdoba, Rosario y Santa Fe se paralizaron.
También pararon los servicios de las líneas de los ferrocarriles Roca, el Mitre y el Sarmiento, y la medida de fuerza se hizo sentir, pese al encubrimiento de una prensa oficialista y la férrea censura de la dictadura militar.
“Cuando salí de la cárcel organizamos la CGT Brasil con el liderazgo de Ubaldini y realizamos la marcha de Paz, Pan y Trabajo durante la procesión a San Cayetano. El 30 de marzo de 1982 marchamos a la Plaza de Mayo contra la dictadura, que lanzamos tres días antes de la Guerra de Malvinas cuando la dictadura había decidido fugar hacia adelante”, sostuvo Digón al evocar esa jornada de lucha.