Tras la sanción exprés de la Reforma Constitucional de Morales vinieron las persecuciones, la represión y los ataques a manifestantes, que se multiplican. Una de ellas fue Camila, que primero fue seguida y luego le entraron a su casa, la ahorcaron con un cable, la abusaron y torturaron durante media hora, sin ninguna respuesta oficial. “Dejá de mover el culo y de hacerte la revolucionaria”, le dijeron antes de irse.
La madrugada del 27 de junio, cuando golpearon la puerta de su casa Camila creyó que era un compañero a quien estaba alojando. El calvario comenzó ni bien abrió: un hombre (acompañado por dos mujeres) la empujó y la redujo con tácticas de tortura empleadas por los grupos de tareas durante la última dictadura cívico militar.
La tabicó y abusó de ella. Le metió un trapo sucio en la boca y le provocó simulacros de ahorcamiento, mecánica que repitió varias veces hasta dejarla prácticamente sin poder respirar. Tras torturarla más de media hora, la liberó del precinto que le sujetaba el cuello. “Dejá de mover el culo y de hacerte la revolucionaria, sos una puta”, le dijeron antes de irse.
La docente estuvo doce horas sin poder pedir ayuda. Desde esa noche está medicada y sufre ataques de pánico. En la extensa charla que mantuvo con Tiempo, Muller detalla el feroz ataque recibido, al que considera un claro mensaje a la comunidad artística que apoya el reclamo docente y la lucha indígena contra la reforma de la constitución aprobada días atrás en Jujuy por el gobierno de Gerardo Morales. Con el patrocinio del abogado Luis Paz, la artista presentó un habeas corpus por el ataque sufrido y una denuncia penal: “No nos tiene que ganar el miedo, tenemos que cuidarnos entre nosotres, salir y ser más”.